I N T E R V A L O  resulto de sentir el tiempo y el espacio, y de acercamientos inesperados que sucedieron mientras estuve en el jardín durante la pandemia. En ese lapso mi relación con un jardín que había empezado a cuidar 4 años antes, cambió definitivamente. Pasé muchas horas inmersa en su particular universo explorando sin horario hasta que mi ritmo se fue acompasando con el tiempo lento de las plantas. Me fui convirtiendo en un ciborg compuesto por mi cuerpo, mis pensamientos y sensaciones, y mis aparatos: computador, cámara, lupa, microscopio, wifi, fibra óptica y cable interoceánico, por donde accedí a telescopios, microscopios y estaciones satelitales alrededor del mundo. La desconexión del confinamiento resulto paradójicamente ser la conexión con lugares y escalas remotas.

 

 

 

Así, I N T E R V A L O tiene que ver con descubrir las estrellas en el fondo del pantano, con el sonido indescriptible de Encélado, con borrar la frontera entre el paramecio ciliado y las algas Chlorellas que guarda dentro de sí; con imaginar, a partir de abstracciones basadas en cálculos matemáticos, las mandalas que se dibuja en el espacio al ilustrar las trayectorias de la Tierra y Marte alrededor del Sol, con viajes por escalas distintas a la humana mientras un virus encerró a toda la especie en el año 2020.